MARZO 8 -- Bienaventurados 1 pobres en Espíritu -- Spurgeon

"Bienaventurados los pobres en espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos." Mateo 5:3.

Bienaventurada es esa pobreza de alma de la que el propio Señor expresa tales cosas buenas. Él le da mucha mayor importancia a lo que el mundo tiene en poca estima, pues Su criterio es lo opuesto al necio veredicto de los altivos.
Así como un hombre sabio no planea nunca edificar las paredes de su casa mientras no haya cavado los cimientos, así tampoco nadie que sea diestro en las cosas divinas esperaría ver algunas de las virtudes más elevadas, allí donde la pobreza en espíritu esté ausente. Mientras no seamos vaciados del yo, no podremos ser llenados con Dios; debemos ser desvestidos antes de que podamos ser vestidos con la justicia que es del cielo.
Cristo no será precioso nunca mientras no seamos pobres en espíritu. Debemos ver nuestras propias necesidades antes de que podamos percibir Su riqueza. El orgullo ciega los ojos, y la humildad sincera debe abrirlos, pues, de otra manera, las bienaventuranzas de Jesús estarían ocultas de nosotros para siempre.
Es digno de una doble mención que esta primera Bienaventuranza sea dada más bien a la ausencia que a la presencia de cualidades encomiables; es una bienaventuranza que no es para el hombre que es distinguido por esta virtud o notable por aquella excelencia, sino para aquel cuya característica principal sea que confiesa sus propias tristes deficiencias.
Esto es intencional, para que la gracia sea vista más manifiestamente, poniendo su mirada primero, no en la pureza, sino en la pobreza; no sobre los que muestran misericordia, sino sobre los que necesitan misericordia; no en aquellos que son llamados hijos de Dios, sino en aquellos que claman: "no somos dignos de ser llamados Tus hijos." Dios no necesita nada de nosotros excepto nuestras necesidades, y estas le dan espacio para mostrar Su munificencia al suplirlas libremente. Es por causa del peor lado del hombre caído y no de su mejor lado que el Señor recibe gloria para Sí. El primer punto de contacto entre mi alma y Dios no es lo que tengo, sino lo que no tengo.
Cuando los pobres en espíritu vienen a Él en su completa indigencia y desgracia, los acepta de inmediato; sí, Él inclina los cielos para bendecirles, y abre las bodegas del pacto para satisfacerlos.
Así como el médico anda buscando al enfermo, y el que da limosna cuida del pobre, así el Salvador busca a quienes lo necesiten, y en ellos ejerce Su oficio divino. Que cada pecador necesitado beba el consuelo extraído de este pozo.
El favor del Señor descansa únicamente en los corazones quebrantados y en los espíritus que se humillan delante de Él. Incluso las dotes mentales son dejadas en la fría sombra, y el espíritu es llevado a ubicarse en la vanguardia; el alma, -el hombre verdadero- es considerada bienaventurada, y todo el resto es estimado como de muy poco valor comparativo.
Si, en cualquier ordenanza, nuestro espíritu no entrara en contacto con el grandioso Padre de los espíritus, no debemos quedarnos satisfechos. Todo lo referente a nuestra religión que no sea obra del corazón, debe ser insatisfactorio para nosotros. Así como los hombres no pueden vivir del tamo ni de la cáscara del grano, sino que necesitan la harina del trigo, así nosotros también necesitamos algo más que la forma de la piedad y la letra de la verdad; requerimos del significado secreto, de la inserción de la Palabra en nuestro espíritu, de la entrega de la verdad de Dios a la intimidad de nuestra alma: todo lo que no cumpla con esto está desprovisto de la bendición.
Así como el hombre más débil y más pobre es más noble que la más poderosa de todas las bestias del campo, así el ínfimo hombre espiritual es más precioso a los ojos de Dios que el más eminente de los hijos de los hombres autosuficientes. Vale más el diamante más pequeño que el guijarro más grande, y el menor grado de gracia sobrepasa el logro más distinguido de la naturaleza.
¿Qué dices a esto, querido amigo? ¿Eres espiritual? Al menos, ¿calificas para ser pobre en espíritu? ¿Existe para ti un dominio espiritual, o estás encerrado en la estrecha región de las cosas que se ven y se oyen? Si el Espíritu Santo ha abierto una puerta para ti a lo espiritual e invisible, entonces eres bienaventurado, aunque tu única percepción sea todavía el doloroso descubrimiento que eres pobre en espíritu. Jesús te bendice desde la cima del monte, y eres bienaventurado.
Acercándonos aún más a nuestro texto, observamos, primero, que LA PERSONA DESCRITA HA DESCUBIERTO UN HECHO, ha confirmado su propia pobreza espiritual; y, en segundo lugar, ES CONSOLADO POR UN HECHO, pues posee "el reino de los cielos."
Los pobres en espiritu buscan y encuentran a Dios