MARZO 12 -- Bienaventudaros 5 Misericordiosos -- CH Spurgeon

"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia."
Mateo 5: 7.

He comparado las Bienaventuranzas a una escalera de luz, y he comentado que cada una de las Bienaventuranzas brota y se suspende sobre la que le precede.

Pero ser misericordioso es más que eso, pues el hombre no sólo soporta ahora los agravios, sino que confiere beneficios. La Bienaventuranza anterior a esta se refiere al hambre y la sed de justicia; pero aquí el hombre ha sobrepasado la simple justicia, se ha elevado por sobre la búsqueda de lo que es justo y ha llegado a la búsqueda de lo que es bueno, y amable, y generoso y procura realizar cosas amables para con sus semejantes.

La escalera entera descansa sobre la gracia, y la gracia pone cada peldaño en su lugar, y es la gracia la que, en este lugar, ha enseñado al hombre a ser misericordioso, y le ha bendecido, y le ha dado la promesa de que alcanzará misericordia. Sería incorrecto tomar cualquiera de estas bienaventuranzas aisladamente, y decir que todo hombre misericordioso alcanzará misericordia, o citar erróneamente de la misma manera cualquier otra bienaventuranza, pues eso sería torcer las palabras del Salvador, y darles un significado que nunca pretendió que tuvieran.

Por esa razón yo afirmo que la gente de la que habla nuestro texto eran unas personas que ya habían alcanzado misericordia, que ya eran trofeos singulares de misericordia; y el hecho de que mostraran misericordia a otros era el inevitable resultado de lo que el siempre bendito Espíritu de Dios había hecho a favor de ellos y había obrado en ellos.

Ellos no eran misericordiosos porque tuvieran por naturaleza un corazón tierno, sino que eran misericordiosos porque Dios los había hecho pobres en espíritu. No eran misericordiosos porque hubieran tenido ancestros generosos, sino que eran misericordiosos porque ellos mismos habían llorado y habían recibido consolación. No eran misericordiosos porque buscaran la estima de sus semejantes, sino porque ellos mismos eran mansos y humildes y estaban heredando la tierra, y deseaban que otros pudiesen gozar, como ellos, de la bienaventuranza del cielo. No eran misericordiosos porque no pudieran evitarlo, sintiéndose obligados a serlo debido a algún apremio del que hubieran querido escapar gustosamente si hubiesen podido, sino que eran gozosamente misericordiosos, pues habían tenido hambre y sed de justicia, y fueron saciados.

Ser misericordioso incluye, primero que nada, benevolencia para con los hijos de la necesidad y las hijas de la penuria. Ningún hombre misericordioso podría olvidar a los pobres. Aquel que pasara por alto sus males sin sentir ninguna simpatía, y viera sus sufrimientos sin aliviarlos, podría parlotear lo que quisiera acerca de la gracia interior, pero no podría haber gracia en su corazón.

Cuando Dios ha dado a un hombre un nuevo corazón y un espíritu recto, posee una gran ternura para con todos los pobres, y siente especialmente un gran amor hacia los santos pobres; pues, si bien cada santo es una imagen de Cristo, el santo pobre es un cuadro de Cristo enmarcado por el mismo marco en el que debe ponerse siempre el cuadro de Cristo: el marco de la humilde pobreza.

Yo veo en un santo rico mucha semejanza con su Señor, pero no veo cómo podría decir con verdad: "no tengo dónde recostar mi cabeza". Tampoco deseo que lo diga; pero cuando veo la pobreza, lo mismo que todo lo demás que es a semejanza de Cristo, pienso que mi corazón está obligado a inclinarse hacia allá.

Así es como podemos lavar todavía los pies de Cristo: cuidando a los más pobres de Su pueblo. Así es como las mujeres honorables pueden ministrar todavía: aportando de sus riquezas. Así es como podemos hacer todavía un gran festín al cual podemos invitarle: si congregamos a los pobres, y a los lisiados, y a los cojos, y a los ciegos, que no pueden recompensarnos, y estamos contentos de hacerlo por causa de Jesucristo.

No faltarán menesterosos en medio de la tierra, y no faltarán menesterosos en medio de la verdadera Iglesia de Cristo. Son el legado de Cristo para nosotros. Es muy seguro que el buen samaritano recibió mayor beneficio del pobre hombre que encontró entre Jerusalén y Jericó, que el beneficio que otorgó a aquel pobre hombre. El samaritano aportó un poco de aceite y vino, y dos denarios, y los gastos del mesón, pero vio su nombre registrado en la Biblia, y desde allí ha sido transmitido a la posteridad: y sin embargo su inversión fue maravillosamente pequeña; y en todo lo que damos, la bendición llega a quienes dan, pues ustedes conocen las palabras del Señor Jesús, cuando dijo: "Más bienaventurado es dar que recibir." Bienaventurados aquellos que son misericordiosos con los pobres.

Además, el hombre misericordioso tiene un ojo ávido, un ojo dispuesto al llanto porque se identifica con los afligidos que le rodean. El peor mal del mundo no es la pobreza; el peor de los males es un espíritu deprimido; al menos yo no conozco algo que sea peor que esto, y hay incluso algunos entre los excelentes de la tierra que raramente gozan de un día brillante en todo el año . Hay muchos cristianos que siempre se apartan del camino de personas como esas; o si se las encuentran, les dicen: "ya basta de andarle contando a todo el mundo sus miserias. ¿Quién quiere hablar con gente así? No deberían estar tan tristes; realmente deberían estar más alegres; están cediendo al nerviosismo," etcétera.

El hombre misericordioso es siempre misericordioso para con estas personas; tolera sus extravagancias; a menudo se da cuenta de que son muy insensatas, pero entiende que él sería insensato también si les dijera eso, pues los volvería más insensatas de lo que son. No busca su propio consuelo diciendo: "voy a derivar consuelo de esta persona," sino que desea proporcionar consuelo. Recuerda que está escrito: "Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles," y conoce ese mandamiento: "Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén."

Entiende que, así como su Señor y Maestro buscaba lo que estaba herido, y vendaba lo que estaba quebrado, y sanaba lo que estaba enfermo, y traía de regreso lo que se había descarriado, de la misma manera todos Sus siervos deben imitar a su Señor, cuidando con mayor interés a los que se encuentran en el más triste apuro.

Oh hijos de Dios, si alguna vez son insensibles con las personas afligidas, no son lo que deberían ser; no son como su Señor; no son como serían si estuviesen en su recto estado; pues cuando están en la condición correcta, son tiernos, y piadosos y compasivos, y llenos de compasión, pues han aprendido del Señor Jesús que los misericordiosos son bienaventurados, y que alcanzarán misericordia.

Esta misericordia se extiende además al perdón pleno de todas las ofensas personales en nuestra contra. "Bienaventurados los misericordiosos", es decir, aquellas personas que no toman a pecho las injurias que reciben ni los insultos, ya sean intencionados o no.

Yo les recomiendo, queridos hermanos y hermanas, que tengan siempre un ojo ciego y un oído sordo. Yo he tratado siempre de tenerlos; y mi ojo ciego es el mejor ojo que tengo, y mi oído sordo es el mejor oído que tengo. Hay muchos comentarios que pueden oír incluso provenientes de sus mejores amigos que les podrían causar mucho dolor, y producirles mucho malestar; entonces no los oigan. Ellos probablemente se lamentarán por haber hablado tan poco amablemente, si ustedes no lo mencionan, y dejan que todo se desvanezca; pero si dijeran algo al respecto, y lo estuvieran recordando una y otra vez, y se irritaran y se preocuparan al respecto, y lo engrandecieran, y le comentaran a alguien más ese tema, e involucraran a media docena de personas en la disputa, esa es la forma en la que se han creado los desacuerdos familiares, ha sido la causa por la que las iglesias cristianas han tenido divisiones, el demonio es engrandecido, y Dios es deshonrado. Oh, no permitamos que suceda así entre nosotros, sino que debemos sentir, cuando recibamos alguna ofensa, "Bienaventurados los misericordiosos", y nosotros tenemos la intención de serlo.

El cristiano es misericordioso con todos, y anhela ansiosamente que sean llevados al conocimiento del Salvador, y realiza esfuerzos por alcanzarlos; procura ganar almas para Jesús, utilizando el máximo de su capacidad. También ora por ellos; si es realmente un hijo de Dios, se toma el tiempo para suplicar a Dios por los pecadores, y da todo lo que pueda para ayudar a otros para que pasen su tiempo explicando a los pecadores el camino de la salvación, y argumentando con ellos como embajadores de Cristo. El Señor Jesús verá el fruto de la aflicción de Su alma, pero será por medio de uno que es salvo y que le hable a otro, y ese otro a un tercero, y así sucesivamente hasta que el fuego sagrado se propague, hasta que la tierra se vea ceñida en llamas.

Ustedes que son misericordiosos estarán dispuestos a recibir a su hermano pródigo cuando regrese a la casa de su Padre. No sean como el hermano mayor, y cuando oigan la música y la danza no pregunten: "¿qué significan estas cosas?", sino consideren apropiado que todos estén contentos cuando el que se había perdido es hallado, y el que era muerto ha revivido.Resumiendo todo lo que he dicho en una frase, queridos amigos, seamos tiernos, amables y benévolos con todos.

Como una evidencia de gracia, la misericordia es una señal muy prominente y distinguida; y si necesitan una prueba de ello, permítanme recordarles que la propia descripción de nuestro Señor del día del juicio dice así: "Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí." Esta, por tanto, es la evidencia de que eran benditos del Padre.".