ENERO 30 -- Alma Abatida -- Ch Shaw

Mi esperanza está en Dios -- SALMO 42

1 Como ciervo sediento en busca de un río,
así, Dios mío, te busco a ti.
2 Tengo sed de Dios, del Dios de la vida.
¿Cuándo volveré a presentarme ante Dios?
3 Día y noche, mis lágrimas son mi alimento,
mientras a todas horas me preguntan:
"¿Dónde está tu Dios?"
4 Cuando pienso en estas cosas,
doy rienda suelta a mi dolor.
Recuerdo cuando yo iba con la gente,
conduciéndola al templo de Dios
entre gritos de alegría y gratitud.
¡Qué gran fiesta entonces!
5 ¿Por qué voy a desanimarme?
¿Por qué voy a estar preocupado?
Mi esperanza he puesto en Dios,
a quien todavía seguiré alabando.
¡Él es mi Dios y Salvador!
6 Me siento muy desanimado.
Por eso pienso tanto en ti
desde la región del río Jordán,
desde los montes Hermón y Misar.b]">[b]
7 Se escucha en los precipicios
el eco atronador de tus cascadas;
los torrentes de agua que tú mandas
han pasado sobre mí.
8 De día el Señor me envía su amor,
y de noche no cesa mi canto
ni mi oración al Dios de mi vida.
9 Le digo a Dios, mi defensor:
"¿Por qué me has olvidado?
¿Por qué tengo que andar triste
y oprimido por mis enemigos?"
10 Hasta los huesos me duelen
por las ofensas de mis enemigos,
que a todas horas me preguntan:
"¿Dónde está tu Dios?"
11 ¿Por qué voy a desanimarme?
¿Por qué voy a estar preocupado?
Mi esperanza he puesto en Dios,
a quien todavía seguiré alabando.
¡Él es mi Dios y Salvador!

Este es un salmo escrito por un hombre envuelto en un profunda lucha personal. En el versículo 3, el salmista describe su condición: «Mis lágrimas han sido mi alimento de día y de noche.» En el versículo 6, con una franqueza que nos asombra, confiesa: «Dios mío, mi alma está en mí deprimida.» Para muchos de nosotros, la depresión es inadmisible en quienes pertenecen al pueblo de Dios. ¿Cómo alguien que tiene acceso al poder ilimitado del Dios de los cielos y la tierra puede llegar a estar deprimido? Creyendo que esto es un pecado, con frecuencia presentamos a los demás esos valientes, pero huecos, despliegues de triunfalismo que pretenden convencer que estamos viviendo la victoria de Cristo cada día.El problema radica en la tendencia a dejar que nuestros sentimientos sean los que gobiernan nuestra vida. Es precisamente en esto que muchos cristianos caen. La verdad es que la vida con frecuencia nos lleva por caminos en los cuales experimentamos toda gama de emociones y sentimientos que son propios de nuestra frágil humanidad. En la honesta confesión del salmista no encontramos otra cosa que la sincera expresión de sentimientos con los cuales todos hemos luchado en ocasiones. Hasta el Hijo de Dios no se vio librado de ellos; frente a la inminencia de la muerte, confesó a sus más íntimos: «Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte.» (Mat 26.38)

El problema no está en experimentar estos sentimientos. Ellos son la reacción de nuestra alma a situaciones adversas y tristes; normales en cualquier persona. El problema radica en la tendencia a dejar que nuestros sentimientos sean los que gobiernan nuestra vida. Es precisamente en esto que muchos cristianos caen. Ceden frente a los sentimientos de abatimiento, angustia, tristeza y desánimo y esto los lleva a abandonar la oración, el congregarse y su devoción a Dios, lo cual, a su vez, produce aun mayor depresión.

Nuestros sentimientos son inestables, cambiantes y poco confiables. Piense en todas las cosas que tenemos que hacer cada día y que no podemos depender de lo que sentimos. El solo salir de la cama cada mañana implica una batalla colosal con sus sentimientos. Usted hace caso omiso del revoltijo interior, y saca el pie de la cama de todas formas.

El Salmista reconocía el peligro de permitir que sus sentimientos comenzaran a dirigir su vida, y él mismo confronta con firmeza a su corazón: «¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí?» Luego, con tono firme, le dio una orden: «Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez por la salvación de su presencia.» Esto es imponer los principios eternos de la Palabra sobre los sentimientos pasajeros del momento. Como líder, usted tendrá muchas veces que dar este ejemplo de disciplina a los suyos.

Para pensar:


¿Cuáles son los sentimientos con los que lucha con más frecuencia? ¿A qué comportamientos lo invitan estos sentimientos? ¿Qué necesita hacer para que sus sentimientos no gobiernen su vida? ¿Cómo puede vivir una vida de mayor estabilidad emocional?