se gozará sobre ti con alegría, callará de amor,
se regocijará sobre ti con cánticos”
(Sinfonías 3:17).
Yo le tengo una palabra especial a todos los
que enfrentan imposibilidades:
Una recuperación de fe depende de una
revelación más plena del amor de nuestro
Padre celestial hacia nosotros.
“Jehová está en medio de ti, poderoso,
él salvará; se gozará sobre ti con alegría,
callará de amor, se regocijará sobre ti
con cánticos” (Sofonías 3:17). Aquí está
una gloriosa revelación de la firmeza del
amor de Dios por sus hijos. Las Escrituras
nos dicen que él calla y se regocija en
su amor por nosotros.
La palabra Hebrea que aquí se traduce
como “callará”, significa que Dios no tiene
ninguna duda o pregunta concerniente a
su amor por nosotros. En otras palabras,
él ha fijado, o asegurado su amor por
nosotros, y él nunca lo quitará. De hecho,
se nos dice que Dios está tan satisfecho
en su amor por nosotros que él canta.
¿Puede usted imaginar eso? Esta es una
manifestación celestial del deleite que
Dios tiene por usted. El escritor John Owen
interpreta este pasaje de la siguiente manera:
“Dios brinca, con alegría exuberante.”
Aún más, Pablo nos dice que, todo lo
que está fuera del orden divino – todo lo
que es incredulidad y confusión – es
cambiado cuando se aparece el amor
de Dios. “Mas cuando se manifestó la
bondad de Dios nuestro Salvador, y
su amor para con los hombres” (Tito 3:4).
En el verso anterior Pablo dice,
“Porque también éramos nosotros
necios en otro tiempo, rebeldes,
extraviados” (3:3). En otras palabras:
“Todo estaba fuera de orden. Nuestra
fe no era vencedora. Pero la bondad y
el amor de Dios aparecieron, los cuales
Dios derramó abundantemente sobre
nosotros a través de Cristo.”
Cuando Pablo dice que el amor de Dios
“se manifestó”, él está usando una palabra
que tiene su raíz Griega que significa
“superponer”. En corto, el Señor nos miró
y nos vio pobres, con almas en conflicto,
llenos de temores y preguntas, y él
superpuso esta revelación: “Mi amor te
librará. Descansa y deléitate en mi amor por ti.”
Yo agradezco a Dios por el día en que
su amor “se manifestó” a mí. No hay fe
que pueda permanecer ante las
imposibilidades a no ser que todo
– cada problema, cada aflicción –
sea entregado al cuidado amoroso
de nuestro Padre. Cuando mis
situaciones están en su peor momento,
yo debo descansar en una simple fe.