--¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
14 Ellos contestaron:
--Algunos dicen que Juan el Bautista; otros dicen que Elías,d]">[d] y otros dicen que Jeremías o algún otro profeta.
15 --Y ustedes, ¿quién dicen que soy? --les preguntó.
16 Simón Pedro le respondió:
--Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente.e]">[e]
17 Entonces Jesús le dijo:
--Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque esto no lo conociste por medios humanos, sino porque te lo reveló mi Padre que está en el cielo. 18 Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muertef]">[f] podrá vencerla. 19 Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que tú ates aquí en la tierra, también quedará atado en el cielo, y lo que tú desates aquí en la tierra, también quedará desatado en el cielo. (Mateo 16 : 13--18 )
La segunda condición que menciona Cristo en su «definición» del verdadero significado de discípulo es la disposición de tomar la cruz. Una vez más nos encontramos frente a la frustración de no encontrar parámetros en nuestro mundo moderno para entender las implicaciones de esta dramática frase. En nuestro entorno la cruz es un inofensivo símbolo decorativo en algunos edificios o para un colgante o un par de aretes.
¿Cómo se podía entender, entonces, que en medio de tanta aclamación popular se hable de un tema tan claramente asociado con el desprecio y la condenación? Es precisamente la contradicción entre una condición y la otra la que llevó a Pedro a intentar disuadir al Señor de transitar un camino de profundo sufrimiento. Jesús, sin embargo, estaba señalando a los discípulos que este destino no estaba solamente reservado para él, sino para todos aquellos que escogieran unir su vida a la del Hijo de Dios.
El sufrimiento, aunque difícil de experimentar, es una de las marcas que distingue y confirma la condición de discípulo. Es el resultado inevitable de haber unido la vida a Uno que confronta, en todas las áreas, al sistema instalado en y aceptado por el mundo en que vivimos. No es posible convivir en armonía con ambas realidades, pues el uno está contra el otro. Jesús advertía a los que estaban cerca de él que en sus seguidores debía existir la disposición de soportar humillaciones, vituperios,
incomprensiones, abandonos y aun muerte, por causa del Cristo. Al igual que lo haría con Saulo, les estaba mostrando cuánto debían «padecer por mi nombre» (Hch 9.16).
A la negación y la disposición de llevar la cruz Cristo añade una última condición. ¿Cuál es? ¿Por qué razón la negación y el sufrimiento preceden a esta última?